Un nuevo estudio con primates, los bonobos —esa especie que
comparte numerosos rasgos comunes con nosotros— quita la razón a este
planteamiento y demuestra que individuos de esta especie comparten
voluntariamente sus alimentos —son capaces de renunciar incluso a ellos— con
extraños. Tan solo piden a cambio interactuar con ellos. Algo parecido a lo que
llamamos búsqueda de una amistad.
De hecho, los científicos norteamericanos autores de
la investigación comprobaron que el comportamiento de los bonobos puede
considerarse como generoso: dar algo sin esperar nada a cambio, tan solo por el
placer de ayudar. A su juicio, estas pautas de comportamiento obtenidas en el trabajo
reflejan que estos simios han evolucionado para permitirles las expansión de
sus redes sociales.
Prefieren compartir con extraños, y eso se debe —según
estos investigadores— a que valoran ampliar su red de contactos y relaciones
más que la comida. Del estudio, además, se deduce que en su escala de valores
sitúan por encima el hecho de aumentar su interacción con elementos extraños
antes que mantener las relaciones de amistad existentes entre los miembros de
la misma comunidad.
Los trabajos de campo se realizaron en la Republica
Democrática del Congo, en la reserva Lola ya Bonobo, y tras ellos el grupo de
investigación concluyó que, a diferencia de nosotros los humanos, no existe un
altruismo puro entre ellos. O sea, que comparten, pero siempre y cuando a
cambio obtengan como beneficio ampliar su red de contactos.
Sea por interés —por cierto, un atributo tambien
humano— o movidos por un cierto sentimiento de generosidad, parece que una vez
más no somos tan especiales como nos creemos y que todos los animales que
pisamos esta tierra tenemos en común más elementos y pautas de las que nos
creíamos. Un alivio, ¿no?